El proyecto inició con 20 ejemplares provenientes de los páramos del Cotopaxi. Hoy suman 61.
Desde hace dos años la crianza de alpacas se ha convertido en una nueva alternativa de desarrollo para los pobladores de Zuleta, una comunidad ubicada al pie del cerro el Cunrro, a 22 kilómetros de Ibarra.
El proyecto de crianza de alpacas forma parte de una actividad comercial que sustenta económicamente a 50 familias de la localidad, pues incluye el bordado y la elaboración de prendas de vestir propias de la Sierra ecuatoriana.
El negocio empezó como un proyecto ambiental que buscaba preservar y proteger los páramos de
Imbabura y en el proceso se incorporó la alpaca, que -frente a otros animales- no afecta ese tipo de ecosistema.
José Alvear, presidente de Zuleta, explicó que la inquietud entre los moradores surgió luego de identificar que los afluentes de agua estaban disminuyendo en la zona, como resultado del deterioro de los páramos.
Uno de los factores que habría influido, indicó el campesino, fue la presencia de ganado vacuno en el sector, cuya pisada provocaba la erosión del suelo. En ese momento, los comuneros resolvieron reemplazar al ganado por los camélidos, dado que reconocieron en ellos características únicas para adaptarse mejor a la región.
Es que su pisada no compacta el suelo porque sus patas son más ligeras y suaves, a diferencia de otras especies. Asimismo, se identificó que para alimentarse únicamente cortan los tallos y ramas del forraje (planta endémica de los páramos), pero no su raíz, con lo que disminuye considerablemente el riesgo de afectar al medio ambiente.
Por ese motivo, pronto participaron de la iniciativa las 350 familias que viven en la localidad. A la vez, el Ministerio de Ambiente y la Fundación Ecociencia entregaron recursos para impulsar un proceso de reforestación de la zona y se brindó capacitación a los comuneros.
Paralelamente, la Cooperación de la Unión Europea donó a la comunidad 100 mil euros para la construcción de corrales y la adquisición de equipos para trasquilar, con el fin de mantener en buen estado las alpacas.
Un proyecto comunitario sostenible y sustentable
Después de conocer el cuidado y la crianza de la alpaca, la comunidad halló en su lana una oportunidad de negocio, que después de dos años de haber introducido la especie sirve de sustento para 50 familias de Zuleta.
“La crianza de alpacas es parte de una estrategia bien concebida que permite sacar provecho económico y a la vez conservar el ambiente y las fuentes de agua. Es que la fibra que se obtiene es de excelente calidad para la confección de prendas de vestir”, afirmó Alvear.
Para garantizar la calidad de la prenda, los artesanos prefieren a los animales adultos por el volumen de su pelaje, el cual debe estar entre los 12 y 15 centímetros de largo antes de ser trasquilado, un proceso que se realiza una vez cada año.
A la esquilada del animal se le conoce como la “cosecha de la lana” y la fibra que se obtiene no se comercializa, sino que se transforma en lana para posteriormente ser distribuida entre las doce mujeres que se dedican al tejido de las prendas sin la ayuda de ningún artefacto.
El proceso arranca con la transformación de la fibra obtenida de la alpaca en hilo, una tarea que también se hacía de forma manual pero demandaba de mucho tiempo, por ello se resolvió enviar la fibra a un centro especializado para que realice esa tarea.
Una empresa privada elabora los hilos para el proyecto Zuleta. En octubre pasado la comunidad les entregó 42 sacos de fibra y la transformación en hilo tomó tres meses, proceso que tiene un costo promedio de 700 dólares.
Por ese valor la fábrica también tiñe el hilo, un agregado que los comuneros solicitaron para mejorar la calidad de las prendas. Ello les permite mejorar los diseños de los artículos, con 10 colores diferentes.
Concluido ese proceso, la lana es distribuida a las mujeres de la localidad que se dedicarán a los tejidos.
Una oportunidad de empleo para las mujeres de Zuleta
Magdalena Alvear, dirigente del grupo Pachacama, que asocia a unas 70 mujeres tejedoras y bordadoras de Zuleta, señaló que la idea de incursionar en este negocio tuvo que ajustarse a las condiciones que trajo consigo la globalización de la economía para así cumplir con las exigencias de la libre competencia.
Por ello, el proyecto vio como una necesidad el comercializar sus productos de forma organizada. “No podemos dejarnos morir, sabemos trabajar y buscamos todas las formas para sostenernos”, manifestó la mujer, quien destacó que la propuesta también es desarrollar capacidades de gestión empresarial que impulsen el negocio.
Actualmente son 350 las familias de Zuleta que trabajan de forma mancomunada en varios oficios artesanales, de los cuales se destaca la elaboración de prendas tejidas a mano con lana de alpaca.
El éxito del negocio está en la promoción y la comercialización de productos con valor agregado, que en este caso es la calidad de la lana que sirve como materia prima para la elaboración de las prendas de vestir.
Mayra Sandoval, representante de las mujeres bordadoras del sector, mencionó que el trabajo lo realizan desde sus hogares, con lo cual no descuidan a sus familias y tampoco dejan de generar ingresos.
Al principio, su oficio se caracterizaba por la elaboración de bordados a mano, y con la introducción de la alpaca a la región las mujeres también aprendieron a tejer con la lana de estos animales. Al momento son 12 mujeres las que se dedican a este arte y así cooperan con el proyecto que “es de todos”, aseguró Sandoval.
Es así que las mujeres de la zona ahora elaboran chalecos, guantes, bufandas, chalinas, sacos, gorras, boinas y sombreros, entre otras prendas, que ya son reconocidas por su gran calidad.
El aprovechamiento del animal es óptimo, ya que con el cuero de las alpacas que mueren por causas naturales, también se fabrican zamarros, alfombras, tapices, cobertores de cama y cojines.
Hilda Sandoval, una de las tejedoras, comentó que su trabajo va intercalado con sus obligaciones en el hogar. “Una gorra se puede hacer en tres horas, pero una bufanda nos lleva todo el día”, anotó.
Los costos de las prendas dependen del diseño, el tiempo de dedicación, el tamaño y la mezcla de colores. Así, una gorra se comercializa en cinco dólares y una bufanda en diez dólares, mientras que un saco o una chalina bordean los 30 dólares.
Por ello, el líder de la comunidad, José Alvear, aseguró que están convencidos de que el desarrollo “no solo se logra con obras de infraestructura física. También es necesario poner en práctica estrategias encaminadas a crear fuentes de ocupación en los sectores rurales para mejorar las condiciones económicas de la gente y conservar el medio ambiente para las futuras generaciones”.
Después de dos años de constancia, el anhelo de la comunidad es llegar a tener 200 alpacas, a pesar de que cuentan con una infraestructura para la crianza y mantenimiento de 1.000 ejemplares, pero Alvear recordó que el propósito es no afectar al medio ambiente.
Para Juan Sandoval, técnico responsable del cuidado de las alpacas, la nueva meta es tecnificar el manejo y la crianza del animal, para así incrementar la producción y lograr introducir las prendas de vestir en el mercado nacional e internacional.
Crianza y mantenimiento de las alpacas
Las alpacas están anatómica y fisiológicamente adaptadas a la altura. Juan Sandoval se convirtió en especialista de alpacas desde que la especie fue introducida al país. El hombre se encarga de la salud e higiene de los animales y aseguró que su crianza requiere cuidados especiales porque hay enfermedades severas que afectan a esta especie y les ocasiona bajas de peso constantes.
Para alimentarlas se prefieren los pastos verdes y blandos, que generalmente crecen en el altiplano.
La alpaca puede vivir unos 20 años, pero es preferible mantenerlas solo por 12 años para mantener la buena calidad de la lana, porque caso contrario pierde brillo y firmeza.
Los camélidos se reproducen una vez al año, pues el período de gestación dura 11 meses. Por eso, el alumbramiento se produce generalmente en la época lluviosa, cuando hay mayor producción de pastos.
Existen factores que no pueden ser manejados con facilidad, como el constante ataque del puma y de una enfermedad denominada fiebre hepática. Para contrarrestar esos riesgos, la comunidad construyó un corral que acopia a los 61 animales y los resguarda del frío de la noche y de los ataques del temido puma, animal que aún predomina en los páramos de la Sierra.
Para protegerlos de los virus y enfermedades, en cambio, se les administra vitaminas y se mejora el tipo de alimentación.
Para el guardaparques Luis Recalde, el objetivo de la crianza de los animales está en buscar alternativas para mejorar la genética de las alpacas, mediante procesos de selección, registros genealógicos desde su nacimiento y un sistema de reproducción controlada.
Un aspecto adicional que han puesto en práctica los criadores está en identificar a los mejores ejemplares, logrando así mantener a sus animales con altos estándares de calidad en cuando a la raza.
Conforme pasen los años, el propósito de la comunidad es procurar la crianza de buenos ejemplares para comercializarlos a un costo que bordea los 800 dólares, si es macho, y los 500 dólares si es hembra. Con esto se busca financiar el pago al equipo técnico que actualmente está a cargo de la planta.
Entre las ideas de negocio también está la construcción de un complejo turístico, para que los visitantes puedan ser testigos de las bondades del páramo.
Otro medio de ingresos para la comunidad es la venta de abono orgánico. El saco se comercializa en tres dólares y la última venta fue de 300 sacos, lo que les generó una ganancia de 900 dólares, que se suma a los ingresos para el cuidado de los animales.
Zuleta, reconocida como la tierra de los bordados
Los tres grados centígrados de temperatura que predominan en el páramo de la parroquia Angochagua, en Zuleta, son propicios para la crianza de estos animales. Entre la fauna de la zona están osos, cóndores, llamas, borregos y el temible puma.
Los moradores del sector son reconocidos por su talento para bordar, un talento que hace que miles de turistas visiten la localidad cada año.
El clima frío y el páramo reunen las condiciones perfectas para la crianza de las alpacas, una especie que fue introducida progresivamente desde el Perú.
Al principio, el proyecto de Zuleta incorporó 20 ejemplares que fueron criados al pie de los Ilinizas, en Cotopaxi, donde se introdujo la especie diez años antes.
En la actualidad ya son 61 los camélidos que habitan en los páramos de Imbabura. En los últimos 30 años, esta especie creció considerablemente en el Ecuador, lo que permitió desarrollar procesos productivos en torno a su lana. Según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en el año 2002 se reporta que en el país había 2.024 alpacas, que están distribuidas en diferentes provincias de los páramos andinos.
A ello se sumó el riesgo ecológico que significaba para la comunidad la crianza de ganado, pues pronto identificaron que su excremento contaminaba los afluentes de agua que los abastecía.
Asimismo, notaron que el pastoreo del ganado dañaba la flora del sector, por lo que a más de introducir la alpaca, por considerarla una especie menos dañina, también se vieron en la necesidad de iniciar programas de reforestación. Por ese motivo, la comunidad también prevé promocionar el cuidado ambiental.
Fuente: http://www.telegrafo.com.ec