sábado, 15 de enero de 2011

Las alpacas dinamizan la economía

Lunes, 03 de Enero de 2011 17:30
 
El proyecto inició con 20 ejemplares provenientes de los páramos del Cotopaxi. Hoy suman 61.

Desde hace dos años la crianza de alpacas se ha convertido en una nueva alternativa de desarrollo para los pobladores de Zuleta, una  comunidad  ubicada al pie  del cerro el Cunrro,  a 22 kilómetros de   Ibarra.

El proyecto de crianza de alpacas forma parte de una actividad  comercial que sustenta económicamente a 50 familias de la localidad, pues incluye   el bordado y la elaboración de prendas de vestir propias de la Sierra ecuatoriana. 

El negocio empezó como un proyecto ambiental que buscaba preservar y proteger los páramos  de

Imbabura y en el proceso se incorporó  la alpaca, que -frente a otros animales-  no afecta ese tipo de ecosistema.

 José Alvear, presidente de Zuleta,  explicó que la inquietud entre los moradores surgió luego de identificar que los afluentes de agua estaban disminuyendo en la zona, como resultado del deterioro de los páramos.

Uno de los factores que habría influido, indicó el campesino, fue la presencia de ganado vacuno en el sector, cuya pisada  provocaba la  erosión del suelo. En ese momento, los comuneros resolvieron reemplazar al ganado por los camélidos, dado que  reconocieron en ellos  características únicas para adaptarse  mejor   a la región.

  Es que su pisada no compacta el suelo porque sus patas son más ligeras y suaves, a diferencia de otras especies. Asimismo, se identificó que  para  alimentarse  únicamente cortan  los tallos y ramas del forraje (planta endémica de los páramos), pero no su raíz, con lo que  disminuye considerablemente el riesgo de  afectar al medio ambiente.

Por ese motivo, pronto participaron de la iniciativa las 350 familias que viven en la localidad. A la vez, el Ministerio de Ambiente  y la Fundación Ecociencia entregaron recursos  para impulsar un proceso de reforestación  de la zona y se brindó capacitación a los comuneros.

Paralelamente,  la Cooperación de la Unión Europea  donó a la comunidad 100 mil euros para la construcción de corrales   y  la adquisición  de equipos para trasquilar, con  el fin de mantener en buen estado las alpacas.

Un proyecto  comunitario sostenible y sustentable
Después  de conocer  el cuidado y la crianza de la alpaca, la comunidad halló en su lana una oportunidad de negocio, que  después de dos años de haber introducido la especie sirve de sustento para 50 familias de Zuleta.

 “La crianza de alpacas es  parte de una estrategia bien concebida que permite sacar  provecho económico y a la vez  conservar el ambiente y las fuentes de agua. Es que la  fibra que se obtiene es de excelente calidad para la confección de prendas de vestir”, afirmó Alvear.

Para garantizar la calidad de la prenda, los artesanos prefieren a los animales adultos  por el volumen de su pelaje, el cual  debe estar entre los 12 y 15 centímetros de largo antes de  ser trasquilado, un  proceso que  se realiza una vez cada año.

A la esquilada del animal se le conoce  como la “cosecha de la lana” y la  fibra que se obtiene   no se comercializa, sino que se transforma en lana para posteriormente ser distribuida entre las doce mujeres que se dedican al tejido de las prendas sin la ayuda de ningún artefacto.

El proceso arranca con la  transformación de la fibra obtenida de la alpaca en hilo, una tarea que también se hacía  de forma manual pero demandaba de mucho   tiempo, por ello se resolvió   enviar la fibra a un centro especializado para que realice esa tarea.

Una  empresa privada elabora los hilos para  el proyecto Zuleta. En octubre pasado la comunidad les entregó 42 sacos de fibra y la transformación en hilo tomó tres meses, proceso que tiene un costo promedio de 700 dólares.

Por ese valor la fábrica también tiñe el hilo, un  agregado que los comuneros solicitaron para mejorar la calidad de las prendas. Ello les permite  mejorar los diseños  de los artículos, con 10  colores diferentes.

Concluido ese proceso, la lana es distribuida a las mujeres de la localidad que se dedicarán a los tejidos.

Una oportunidad de empleo para las mujeres de Zuleta
Magdalena Alvear, dirigente del grupo Pachacama, que asocia a unas 70 mujeres tejedoras y bordadoras de Zuleta, señaló que la idea de incursionar en este negocio tuvo que ajustarse a las condiciones que trajo consigo la  globalización de la economía  para así cumplir con las exigencias de la libre competencia.

Por ello,   el proyecto vio como una necesidad el comercializar sus productos de forma organizada.  “No podemos dejarnos morir, sabemos trabajar y buscamos todas las formas para sostenernos”, manifestó la mujer, quien destacó que la propuesta también es   desarrollar capacidades de gestión empresarial  que impulsen el negocio.

 Actualmente son  350 las  familias de Zuleta que trabajan de forma mancomunada en varios oficios artesanales, de los cuales se destaca  la elaboración de prendas tejidas a mano con  lana de alpaca.

El éxito del negocio está en la promoción y la comercialización de productos con valor agregado, que en este caso es la calidad de la  lana que sirve como materia prima para la elaboración de las  prendas de vestir.

Mayra Sandoval, representante de las mujeres bordadoras del sector, mencionó que el  trabajo lo realizan desde sus hogares, con lo cual no descuidan a sus familias y tampoco dejan de generar ingresos.

Al principio, su oficio   se caracterizaba  por  la elaboración de bordados a mano,  y con la introducción de la alpaca a la región las mujeres también aprendieron a tejer con la lana de estos animales. Al momento son 12 mujeres las que  se dedican a este arte y así cooperan  con el proyecto que “es de todos”, aseguró Sandoval.

Es así que las mujeres de la zona ahora elaboran chalecos, guantes, bufandas, chalinas, sacos,  gorras, boinas y sombreros, entre otras prendas, que ya son reconocidas por su gran calidad.

El aprovechamiento del animal es óptimo, ya que con el cuero de las alpacas  que  mueren  por causas naturales, también  se fabrican zamarros, alfombras, tapices, cobertores de cama y cojines.

Hilda Sandoval, una de las tejedoras, comentó que su trabajo  va intercalado con sus obligaciones en el  hogar.  “Una gorra se puede hacer en  tres horas, pero una bufanda nos lleva todo el día”, anotó.

Los costos de las prendas dependen del diseño, el tiempo de dedicación,  el tamaño  y  la mezcla de colores. Así, una gorra se comercializa en  cinco dólares y una bufanda en diez dólares,  mientras que un  saco o una chalina bordean los 30 dólares.

Por ello, el líder de la comunidad, José Alvear,  aseguró que están  convencidos de que el desarrollo  “no solo se logra con obras de infraestructura física. También es necesario poner en práctica estrategias encaminadas a crear fuentes de ocupación  en los sectores rurales para mejorar las condiciones económicas de la gente y  conservar el medio ambiente para las futuras generaciones”.

Después de dos años de constancia, el anhelo de la comunidad es llegar a tener  200 alpacas, a pesar de que cuentan con  una infraestructura para la crianza y mantenimiento de 1.000 ejemplares, pero Alvear recordó que el propósito es no afectar al  medio ambiente.

Para Juan Sandoval, técnico responsable del cuidado de las alpacas,  la nueva meta es tecnificar el  manejo   y la crianza del animal, para así  incrementar la producción y lograr introducir  las  prendas  de vestir en el mercado  nacional e internacional.

Crianza  y mantenimiento de las alpacas
Las alpacas están anatómica y fisiológicamente adaptadas a la altura.  Juan Sandoval se convirtió en   especialista   de alpacas desde que la especie fue introducida al país.    El hombre  se encarga de la salud e higiene de los animales  y aseguró que su crianza  requiere  cuidados especiales porque hay  enfermedades severas que afectan a esta especie y les ocasiona  bajas de peso constantes.
Para alimentarlas se  prefieren los pastos verdes y blandos,  que generalmente crecen en el  altiplano.

La alpaca puede vivir unos 20 años, pero es preferible mantenerlas solo por  12 años para mantener la buena calidad de la  lana, porque caso contrario pierde brillo y firmeza.

Los camélidos  se reproducen una vez al año, pues el período de gestación dura 11 meses. Por eso, el alumbramiento se produce generalmente  en la época lluviosa, cuando hay mayor producción de pastos.

Existen factores que no pueden ser manejados con facilidad, como el  constante ataque del puma y de una enfermedad denominada   fiebre hepática. Para contrarrestar esos riesgos, la comunidad construyó un corral que  acopia a los 61  animales  y los resguarda del frío de  la noche y de los ataques del  temido puma, animal que aún predomina en los páramos de la Sierra.

Para protegerlos de los virus y enfermedades, en cambio,  se les administra vitaminas y se mejora el tipo de  alimentación.

Para el guardaparques Luis Recalde,   el objetivo de la crianza de los animales está en  buscar alternativas para mejorar  la  genética de las alpacas, mediante  procesos de selección, registros genealógicos desde su nacimiento y un  sistema de reproducción controlada.

Un aspecto adicional que han puesto en práctica los criadores está en identificar a  los  mejores ejemplares, logrando así  mantener a sus  animales con altos estándares de calidad en cuando a la  raza.

 Conforme pasen los años, el propósito de la comunidad es procurar la crianza de  buenos ejemplares   para comercializarlos a un costo que bordea los   800 dólares, si es macho,  y los 500 dólares si es  hembra.  Con esto se busca  financiar el  pago al equipo técnico   que actualmente  está a cargo de la planta.

 Entre las ideas de negocio también está la construcción de  un  complejo turístico, para que los visitantes puedan ser testigos de las bondades del páramo.

Otro medio de ingresos para la comunidad es  la venta de abono orgánico. El saco se comercializa en  tres dólares y la  última venta  fue de 300 sacos, lo que les generó  una ganancia de 900 dólares, que se suma a los ingresos para el cuidado de los animales.

Zuleta, reconocida como la tierra de los bordados
Los tres grados centígrados de temperatura que predominan en el páramo de la parroquia Angochagua, en Zuleta, son propicios para la crianza de estos animales. Entre la fauna de la zona están  osos, cóndores, llamas, borregos y el temible puma.

Los moradores del sector son reconocidos por su talento para bordar, un talento que hace que miles de turistas visiten la localidad cada año.

El clima frío  y el páramo reunen las condiciones perfectas para la crianza de las alpacas, una especie que fue introducida progresivamente desde el Perú.

Al principio, el proyecto de Zuleta incorporó   20 ejemplares  que fueron criados al pie de los  Ilinizas, en  Cotopaxi, donde se introdujo la especie diez años antes.

En  la actualidad ya  son  61 los  camélidos que habitan en los páramos de Imbabura. En los últimos 30 años, esta especie creció considerablemente en el Ecuador, lo que permitió desarrollar procesos productivos en torno a su lana. Según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en el año 2002 se reporta que en el país había 2.024 alpacas, que están distribuidas en diferentes provincias de los páramos andinos.

A ello se sumó el riesgo ecológico que significaba para la comunidad la crianza de  ganado, pues pronto identificaron que su excremento contaminaba los afluentes de agua que los abastecía.

Asimismo, notaron que el pastoreo del ganado dañaba la flora del sector, por lo que  a más de introducir  la alpaca, por considerarla una especie menos dañina, también se vieron en la necesidad de iniciar programas de reforestación.  Por ese motivo, la comunidad también prevé promocionar el cuidado ambiental.

Fuente: http://www.telegrafo.com.ec